El intendente está molesto. ¡Pobre intendente!
Por Antonio Caballero
Opinión
Resulta que el intendente de San Juan Nepomuceno, el colorado cartista Derlis Oscar Molinas, está molesto. Sí, indignado. Todo porque dos concejales liberales se atrevieron a insinuar algo tan “descabellado” como la existencia de obras fantasmas en su impecable administración. ¡Qué atrevimiento! Hasta tuvo que recurrir a un medio local para desahogarse y despotricar contra esos malvados ediles que —¡horror! — osaron ejercer su función de contralores.
Pero tranquilos, que la indignación del señor intendente no se compara con la que deberían sentir los contribuyentes honestos. Porque mientras algunos (concejales liberales) cuestionan con pruebas, otros manejan camionetas de alta gama sin molestarse en explicar de dónde salieron los recursos.
Y sí, claro, todo esto después de una campaña electoral ejemplar, donde no faltaron los abrazos sinceros, las promesas sentidas… y la compra de conciencias, por supuesto. Porque ¿quién no confiaría en un candidato que se autodenomina "trabajador"?
Un trabajador, eso sí, que venía en picada. La materia prima del monte de los abuelos ya se había agotado, el COVID también hizo mella en él, pero mágicamente, después de asumir el cargo, las cosas mejoraron. Y mucho. Casi como por arte de magia. Ahora hay autos caros, estilo de vida envidiable, y todo eso gracias al noble esfuerzo de… ¿la administración municipal?
Lo cierto es que los ciudadanos que no vendieron su voto deberían estar exigiendo explicaciones. Pero no simples palabras en emisora amiga, no. Deberían exigir documentos, licitaciones, facturas, auditorias, procesos penales y luego cárcel.
Deberían preguntar por qué hay denuncias de obras sobrefacturadas o directamente invisibles. Deberían pedirle al intendente que, en vez de victimizarse, haga lo que corresponde: rendir cuentas, ¡pero en serio!
Porque en una democracia, cuando alguien en el poder se ofende por ser cuestionado, quizás lo que más falta no es respeto... sino transparencia.
